Negocio da para casa, casa no da para negocio

Gerardo llega nervioso con su papá, quien está descansando en su sillón.

— ¿Papá, puedo hablar contigo?

— Sí, claro —responde el papá muy contento de verlo.

— Lo que pasa… Es que hay algo que te quiero pedir.

— ¿Qué es lo que me quieres pedir?

— Bueno, es que me quiero casar.

— Oye, que bueno. Felicidades. —le contesta su padre con una gran sonrisa— ¿Ya tienen fecha?

— No, bueno más o menos. Va a ser en otoño —Gerardo no esperaba sentirse tan nervioso—. Bueno, volviendo a lo que te quería pedir…

— Ah, sí claro. ¿Necesitas que te ayude con la boda o la luna de miel?

— No, quiero que me ayudes a que compremos una casa.

— ¿Una casa? — contestó Don Maximiliano irguiéndose en su sillón, y poniéndose serio.

— Sí. Queremos casarnos y vivir en nuestra propia casa. Eso no está mal, ¿o sí?

— Yo no lo haría y creo que te perjudicaría hacer esto. No estoy de acuerdo con apoyarte para que compres una casa.

— Tu nada más quieres apoyar en lo que tú quieres —contestó Gerardo casi gritando—. ¿Crees que eres el único que tiene la razón?

— Tu manera de pedir no es la más correcta — respondió el padre con una voz fría y templada.

— Es que no me quieres ayudar.

— Porque lo que me pides no te ayuda, te va a hacer la vida más complicada.

— Eso es lo que crees tú.

— A ver —respondió Don Maximiliano dando un gran suspiro—. ¿Para qué quieres una casa?

— Para tener seguridad económica, para empezar un patrimonio.

— ¿Por qué crees que comprarte una casa es la mejor manera de lograr lo que quieres?

— No voy a pagar renta, y si nos va mal siempre vamos a tener donde vivir.

— ¿Vas a comprar la casa de contado?

— No, entre Claudia y yo tenemos suficiente para un enganche. Yo lo que quiero pedirte es que nos ayudes con algo de dinero para que la deuda no sea tan grande. No quiero que pagues todo lo que falta.

— Entonces, en vez de usar ese dinero para poner un negocio que va a crecer tus ingresos y patrimonio, prefieres pagarle intereses a un banco por 15 o 20 años. Ya para cuando termines de pagar la casa vas a tener los gastos, que son más altos,  de hijos en preparatoria o carrera. Ya para entonces va a ser más difícil poner un negocio. ¿Se te hace la mejor manera de hacer un patrimonio para ti y para tu esposa?

— Nosotros vivimos en casas propias —replicó Gerardo.

— Sí, las compré cuando estaban baratas y las vendí cuando el mercado se puso caro. Además, esas propiedades las compré hasta que le empezó a ir bien al negocio, no antes.

— ¿Quieres que ponga un negocio?

— Claro. Eso de pensar que tener una casa es una seguridad porque si te va mal no te pueden correr, te va a llevar a siempre andar sin dinero.

— Bueno, pero ¿de que vamos a vivir mientras?

— Piénsale. Si realmente quieres lo mejor para ti y tu esposa, van a tener que tomar decisiones difíciles.

— Sí, supongo que sí —dijo Gerardo reflexivo, más para él mismo que para su papá —. Claudia podría seguir trabajando, como era el plan, y yo podría empezar el negocio.

— Suena bien —comentó Maximiliano tomando más interés en las palabras de su hijo.

— También tendríamos que gastar menos para que nos rinda.

— Eso va a ayudarles mucho. ¿Cómo que gastos?

—  Ya no podríamos ir a cenar o al cine tan seguido. Tampoco podríamos salir con nuestros amigos tan seguido.

— Ya va sonando como un plan —afirmó Don Maximiliano muy entusiasmado.

— ¿Crees que podríamos vivir aquí algún tiempo?

— Claro que sí, Gerardito —se oyó la voz de su madre desde la habitación de al lado.

— Ya oisté a tu mamá —dijo muy alegre Don Maximiliano—. Son bienvenidos cuando quieran.

— Sí, gracias.

— En cuánto a lo de apoyarte para el negocio, puedes contar con dinero, y si lo quieres también mi consejo. Lo que necesites, nada más dime.

— De nuevo gracias, papá. Voy a necesitar ambos, pero en este momento lo que más  me urge es tu consejo. Le dije a Claudia que venía a pedirte para una casa, y ahora le voy a tener que decir vamos a vivir con ustedes por un tiempo. ¿Qué hago?

— Velo con tu mamá.