Logra lo más importante antes de levantarte

Por mucho que nos esforzamos y hacemos mil cosas durante el día, al final todavía nos queda mucho por hacer. Nos frustramos porque sentimos que prácticamente no tuvimos descanso y aun así no acabamos.

Si bien no podemos crear tiempo, si podemos liberar el que tenemos para hacer cosas más impactantes. A continuación veremos cómo avanzar y terminar lo que es más importante para nosotros.

Prepararse para el día siguiente.

Para empezar bien el día, hay que empezar la noche anterior.

Elegir y preparar nuestra ropa la noche anterior nos evita encontrarnos con sorpresas de camisas manchadas, pantalones arrugados, y demás. De esta manera no vamos andar apurados en la mañana resolviendo estos pequeños detalles. Además, vamos a dormir más a gusto ya que todo está preparado.

En el caso de lo que necesitemos para el trabajo o la escuela es igual. Tenerlo todo listo, y dejarlo en un lugar que sepamos que vamos a verlo. Si tenemos mochila o maletín lo podemos dejar recargado en la puerta de la entrada. De esta manera no se nos va a olvidar.

Por último, hay que planear el día siguiente. A continuación vamos a ver cómo hacerlo de una manera efectiva.

 

Planear el día

Es común que al llegar al final del día nos demos cuenta que hicimos muchísimas cosas, pero logramos muy poco. Hasta ese momento nos dimos cuenta de que no le llamamos al prospecto para ofrecerle nuestro producto, no hablamos con nuestro jefe sobre el problema de seguridad con la nueva máquina, se nos olvidó comprarle un regalo de aniversario a nuestra pareja, y se nos olvidó que era el recital de nuestra hija. Lo más increíble es que todo el día estuvimos ocupados.

Esto nos pasa porque hacemos muchas actividades que no son realmente importantes.

Antes de planear que vamos a hacer, tenemos que eliminar actividades que no tiene caso hacer. Si algo no es realmente importante hay dejarlo de hacer. Cosas como ayudar a compañeros de trabajo en perjuicio de nuestro propio trabajo; reportes o informes que una vez que los entregamos nadie lee; leer revistas de chisme; eliminar vueltas de más, como cuando vas a la farmacia, a cargar gasolina, y por el mandado en lugar de dar tres vueltas separadas; pasarnos horas hablando por teléfono (o texteando), jugando videojuegos, viendo temporadas completas de Netflix seguidas, o navegando por internet por horas; y otras.

Una vez que ya sabemos que no tenemos que hacer. Hay que revisar si todo lo que tenemos que hacer, lo tenemos que hacer nosotros. Es decir, vamos a delegar algunas tareas.

Si hay cosas que es más conveniente que alguien más haga, hay que delegarlas. En el trabajo puedes delegarles a tus subordinados, pares, o jefes. En la casa puedes delegarle a tus hijos o a tu pareja. Delegarle a nuestro jefe o pareja se debe hacer como caminar descalzo entre nopales. Solo si no hay una mejor manera, y con muchísimo cuidado.

 

Ya eliminamos lo que no debíamos hacer, y delegamos lo que no era conveniente hacer nosotros mismos. Lo que queda es lo que nosotros tenemos que hacer personalmente.

Empezamos por lo que es más impactante para nosotros. Una tarea es realmente impactante para nosotros si cumple dos criterios. El primero es que el realizarla nos traiga un gran beneficio, y el segundo es que el no realizarla nos traiga un gran perjuicio. Algunos ejemplos son: una reunión con tu jefe, salir a celebrar tu aniversario con tu pareja, hacerse un chequeo médico, presentar un examen, comprar medicina para la diarrea, etc.

Al planear que tareas vamos a hacer, hay que asignarle un horario específico. Decidir que hay tres cosas que sobre todo lo demás tenemos que hacer en el día y no programarlas disminuye mucho la probabilidad de que al final del día las hagamos. También es buena idea hacer las tareas más importantes o más demandantes lo más temprano posible. Esto porque conforme transcurre el día nuestra energía y concentración van disminuyendo.

Las tres cosas que tenemos que hacer en el día son: preparar un informe para nuestro jefe, leer un reporte, y comprar un regalo para nuestra hija. Una manera de hacerlo es empezar a preparar el reporte al llegar a la oficina. Después de la comida, leer el informe. Por último, al salir de la oficina comprar el regalo.

Se ve sencillo, pero si no lo programamos específicamente vamos a preparar el reporte a las carreras, vamos a medio leer el informe y no entenderlo, y vamos a llegar a casa ya que nuestra hija se durmió.

 

Levantarse temprano

Si bien levantarse temprano parece que estamos cambiando horas de la noche por horas de la mañana. Pero logramos mucho más recién despiertos que ya muy noche.

La idea no es dormirse tarde y levantarse al día siguiente con mucho sueño. Esto hay que empezarlo poco a poco. Si normalmente me duermo a media noche, hay que dormirse media hora antes. Esto por un par de semanas, o hasta que nos acostumbremos. ¿Qué tan temprano nos vamos a levantar? Depende de la situación y objetivos de cada quien. Yo me duermo (normalmente) a las 10:30 p.m. para levantarme a las 5:30 a.m. Hay gente que se duerme más temprano para levantarse a las 4:00 a.m. y hay otros que se levantan a las 7:00 a.m.

El punto es que hay que levantarse suficientemente temprano para realizar lo que queremos antes de salir a trabajar o estudiar. Ejemplo son hacer ejercicio, practicar una presentación antes del trabajo, leer, meditar, tener un poco de tiempo con tu pareja antes de iniciar del día, tener un poco de tiempo con tus hijos antes de iniciar el día, escribir en un diario, trabajar sobre un negocio propio adicional a tu trabajo, y muchos otros.

Además del beneficio de hacer estas cosas, empezamos el día sabiendo que ya logramos algo en el día. Esto hace que nos sintamos más energizados el resto del día.