Equivocarse para ser más productivo

Desde temprana edad nos enseñaron que uno no debe de equivocarse. Equivocaciones en un examen o una tarea nos quitaban puntos, que se reflejaban en malas calificaciones. Podíamos llegar a tener que repetir el año escolar. Para agudizar el problema, en casa podemos esperar regaños o algo peor.

Tal vez este modelo funciona en un ambiente donde hay estabilidad, pero la realidad actual es diferente. Ser reconocido por entregar tus reportes sin fallas ortográficas no garantiza absolutamente nada. Si por otro lado, el reconocimiento es por aportar ideas creativas tiene mejores prospectos. ¿Qué tiene que ver lo creativo con los errores o equivocaciones? Que muchas ideas creativas surgen precisamente de esos aparentes errores.

Ahora, como no queremos equivocarnos, preferimos hacer lo que siempre se ha hecho. Incluso cuando es obvio que lo que siempre se ha hecho ya no funciona, o no funciona tan bien como antes, preferimos seguir el mismo camino. Esta situación donde el temor a las consecuencias por equivocarnos o al qué dirán nos inmoviliza e inhibe nuestra creatividad.

Se nos ocurre una idea. Es más, estamos seguros que es una gran idea. Para cuando llega la hora de compartirla ya dudamos. Pensamos que tal vez no es tan buena idea, porque si lo fuera ya se le hubiera ocurrido a alguien más. Además, ¿qué van a pensar de mí si no funciona? ¿Y si piensan que soy un tonto? Y así sigue.

Lo más grandes inventores, gente extraordinariamente creativa, tuvieron infinidad de errores, accidentes, y equivocaciones. Pero eso nos los detuvo, al contrario, les facilitó el lograr el éxito final.

Para inventar la lámpara incandescente o foco, Tomás Edison realizó miles de experimentos. El nunca vio esto como fracasos. Una de sus frases célebres es: “Yo no he fallado. He encontrado 10,000 maneras que no funcionan”. Comparemos eso con que no queremos fallar ninguna vez.

El exitoso autor de libros de negocios Paul B. Brown dice “El fracaso no es fatal; de hecho, es un requisito para el éxito, siempre y cuando uno no se vuelva loco, no se haya cometido un error catastrófico o (irónicamente) que no se aprenda de él.

Los tres aprendizajes

Equivocarse no es el fin del mundo, que puede ser incluso el principio un nuevo mundo. Un mundo con oportunidades insospechadas. Especialmente si lo hacemos buscando con un propósito.

¿Qué vamos a hacer si ponemos un negocio y no le va bien? Si hacemos lo que estábamos haciendo nos va a ir igual, o tal vez hasta peor. Nos capacitamos, cambiamos el producto, capacitamos al personal, cambiamos la estrategia, buscamos un socio que sepa de este tipo de negocios, hablamos con los clientes para ver que no les gusta, o algo diferente.

Nadie nace sabiendo. No hay nada nuevo que queramos o tengamos que aprender que podamos hacerlo a la perfección. Para ser mejores hay que aprender; y nos vamos a equivocar, sobre todo al principio.

Los errores son una fuente de aprendizajes en sí mismos. Hay personas que son muy exitosas y no saben decir por qué lo son, pero si les preguntas que no les funcionó eso si lo tienen muy claro. Para aprender de los errores es indispensable reflexionar sobre ellos.

Cometer errores es una inversión en nuestro éxito futuro.